A medida que los países se ven afectados por la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), a la población de edad avanzada pronto se le dirá que se aísle por "mucho tiempo" en el Reino Unido y en otros lugares.1 Este intento de proteger a los mayores de 70 años, y protegen así los sistemas de salud sobrecargados, ya que los países de todo el mundo imponen bloqueos, toques de queda y aislamiento social para mitigar la propagación del coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2).
Sin embargo, es bien sabido que el aislamiento social entre los adultos mayores es un "grave problema de salud pública" debido a su mayor riesgo de problemas cardiovasculares, autoinmunes, neurocognitivos y de salud mental.2 Santini y sus colegas3 demostraron recientemente que la desconexión social pone a los adultos mayores en riesgo mayor riesgo de depresión y ansiedad.
Si los ministros de salud instruyen a las personas mayores para que permanezcan en sus hogares, les entreguen víveres y medicamentos vitales y eviten el contacto social con familiares y amigos, se necesitan medidas urgentes para mitigar las consecuencias para la salud mental y física.
El autoaislamiento afectará desproporcionadamente a las personas mayores cuyo único contacto social está fuera del hogar, como en guarderías, centros comunitarios y lugares de culto. Aquellos que no tienen familiares o amigos cercanos, y dependen del apoyo de servicios voluntarios o atención social, podrían ser expuestos a un riesgo adicional, junto con aquellos que ya están solos, aislados o aislados.
Las tecnologías en línea podrían aprovecharse para proporcionar redes de apoyo social y un sentido de pertenencia, 4 aunque podría haber disparidades en el acceso o la alfabetización en los recursos digitales. Las intervenciones simplemente podrían implicar un contacto telefónico más frecuente con otras personas importantes, familiares cercanos y amigos, organizaciones voluntarias o profesionales de la salud, o proyectos de alcance comunitario que brinden apoyo de pares durante todo el aislamiento forzado. Más allá de esto, las terapias cognitivas conductuales podrían administrarse en línea para disminuir la soledad y mejorar el bienestar mental.5
Aislar a los ancianos podría reducir la transmisión, lo cual es más importante para retrasar el pico en los casos y minimizar la propagación a los grupos de alto riesgo. Sin embargo, es probable que la adherencia a las estrategias de aislamiento disminuya con el tiempo. Dichas medidas de mitigación deben cronometrarse efectivamente para prevenir la transmisión, pero evite aumentar la morbilidad del COVID-19 asociado con los trastornos afectivos. Este efecto se sentirá más fuerte en las poblaciones más desfavorecidas y marginadas, que deben ser objeto de urgencia para la implementación de estrategias preventivas.
Declaramos no tener intereses en competencia.